BOTÁNICA MEDIEVAL: HERBARIOS I


El estudio del reino vegetal es una de las piedras angulares de este proyecto, qué duda cabe. Curiosamente, siendo la Edad Media nuestra época predilecta, y siendo la botánica la segunda vía, aún no habíamos abordado ambas temáticas en una misma entrada… hasta ahora. Con esta primera publicación vamos a comenzar una serie de artículos sobre botánica medieval: ¿Qué influencias tuvo? ¿Cómo se estudiaba en cada territorio? ¿Cómo se estudiaba y clasificaba el reino vegetal? El objetivo de esta serie temática es dar respuesta a todas estas preguntas, arrojando luz sobre la neblina que muchas veces enturbia este tipo de temas, por ser medieval y por ser vegetal. Si no os importa mancharos las manos de tierra, acompañadnos en este viaje. 


En esta ocasión os vamos a hablar de una recopilación de plantas que seguro que a algún estudiante de biología o ambientales le ha dado más de un dolor de cabeza: el herbario. Esta primera entrada está concebida como un acercamiento al tema, una visión más general. No os preocupéis, que en posteriores publicaciones afinaremos más la búsqueda y os hablaremos de ejemplos concretos. 



¿Qué es un herbario? 

Del latín herbarius, se dice de herbario una «colección de plantas secas y clasificadas, usada como material para el estudio de la botánica[1]». En efecto, los herbarios medievales estarían concebidos como grandes catálogos botánicos de plantas conocidas. No hacemos este apunte en vano, sino porque sus homónimos zoológicos sí recogen especies mitológicas. 

Estos catálogos estarían compuestos por la conjunción de ilustración y texto. A diferencia de los herbarios secos, con ejemplares deshidratados, los que ahora nos ocupan se ahorrarían la problemática de conservar algo efímero con la inclusión de la ilustración de la especie a la que se haría referencia. El texto incluiría la descripción del ejemplar, en la que se especificarían sus características y usos: nombre, sinónimos, situación geográfica, propiedades curativas, elaboración de remedios, contraindicaciones, etc. 

Abeto. Herbario de Egerton 747 f. 4v. British Library. Fuente



Hay que tener en cuenta que su finalidad era eminentemente práctica, por lo que podían servir como libros de consulta sobre todo en los ámbitos farmacológico y medicinal, aunque también en el agrícola, ya que no solo en las descripciones se recogían datos sobre sus propiedades y preparaciones, sino también sobre su cuidado y plantación. Los herbarios latinos de Bury S. Edmunds (siglo XII), Rufino (siglo XIII) o de Benedicto Rinio son solo algunos ejemplos de la gran producción que comenzó a circular por el occidente medieval como apoyo a la actividad médica y farmacológica 


La clasificación de los ejemplares 

Las plantas catalogadas en los herbarios pueden clasificarse por orden alfabético o en torno a sus características, siendo este último un intento de catalogación más consciente, cercano a lo que podríamos entender como catalogación científica, salvando las distancias, por supuesto. Por ejemplo, en el Herbario de Rufino, del siglo XIII, se organizan los ejemplares por orden alfabético y se agrupan en tres conjuntos: labiadas, compuestas y leguminosas. En el norte europeo se observan estos intentos de ordenación con ejemplos de plantas umbelíferas. 


¿Y toda esta información de dónde provenía? Las fuentes 

Las fuentes fundamentales para la constitución de los herbarios medievales hay que buscarlas en la tradición clásica. Tratados como el Herbarium de Pseudo-Apuleyo, la Materia Médica de Dioscórides o la Historia de las plantas de Teofrasto constituyeron la base para la botánica durante toda la Edad Media, occidental y, en parte, también oriental. Las referencias que se usarán para constituir estos herbarios aparecerán dispersas por distintas compilaciones: de carácter farmacológico, agrícola y medicinal, además de las incluidas en relatos de viajes o en poemas didácticos. 

La expansión de gran parte de este conocimiento botánico por el occidente pudo producirse gracias a las numerosas traducciones que se llevaron a cabo desde el contexto árabe, quienes no solo trabajaron con textos provenientes del mundo clásico, sino también con información botánica de zonas como Irán, India o, incluso, flora del este asiático. Este, sin duda, es un tema que da para mucho, así que lo vamos a emplazar para dedicarle una entrada enterita para él solo. 


Princeton University Library. Department of Rare Books and Special Collections. Manuscripts Collection. Islamic Manuscripts, Garrett no. 583H, fol.15 Fuente




Herbarios, desde oriente hacia occidente 

Bizancio puede estar orgulloso de haber hecho una gran aportación a la botánica medieval con la introducción de una iconografía vegetal; ya en el siglo VI se tiene constancia de la existencia de códices que contenían la Materia Médica de Dioscórides ilustrada, cuyo ejemplar más antiguo es el Anicia Juliana Codex. En China se tiene conocimiento de la producción de herbarios de corte farmacológico desde el siglo II, pero fue en el siglo X, bajo la dinastía Song, cuando se llevó a cabo una compilación que pretendía resumir la tradición botánica anterior. 


En Europa, los herbarios latinos surgieron a partir del siglo XIII, bajo la influencia de la Escuela de Salerno y como respuesta a una demanda práctica, es decir, la necesidad de tener toda la información en un mismo ejemplar, en latín, sin necesidad de tener que buscarla por distintos tomos. Como fuentes influyentes, ya plenamente medievales, se usaban el Macer Floridus (siglo XI) de Odon de Meung y el Circa instans (siglo XII) de Mateus Platearius. La composición del herbario se llevaba a cabo por varios individuos, el escritor y el ilustrador, por lo que esto, junto al desconocimiento de algunas de las especies a describir por el autor, podía provocar discordancias entre el texto y la ilustración. Como bien apunta Crombie, la finalidad a la hora de realizar herbarios “era, habitualmente, intentar identificar en su propio jardín las plantas mencionadas por Dioscórides y el Herbarium de Pseudo Apuleyo”. 



BIBLIOGRAFÍA 

  • COLLINS, Minta: Medieval herbals: The illustrative traditions. London: British Library, 2000. 
  • CROMBIE, Alistair C.: Historia de la Ciencia: De San Agustín a Galileo. Vol. I. Madrid: Alianza Universidad, 1985. 
  • FUENTE FREYRE, J.A. de la: La biología en la Antigüedad y la Edad Media. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2000. 
  • RABATEL, Ariane: Du végétatif au végétal, l’essor de l’intérêt pour la plante à la fin du Moyen Age. Histoire. École pratique des hautes études – EPHE PARIS, 2016. 


NOTAS

[1] Definición de la RAE

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