LOS ANTECEDENTES DE LA SANTA COMPAÑA
Cruceiro junto a la ermita de San Alberto en Baamonde (Lugo). Fotografía de Santiago Arroyo Gimeno. Fuente: Fotocommunity |
«Los muertos van deprisa[1]»
Que la Santa Compaña está apegada al imaginario de la noche de muertos es algo innegable. La procesión de muertos se pasea en noches cerradas por los caminos pero... ¿desde cuándo? ¿Cuáles son los orígenes de esta aparición? ¿Qué relación existe entre el bosque y los muertos? A todas estas preguntas daremos respuesta en este artículo.
Si nos retrotraemos en busca de los orígenes de este fenómeno es necesario centrar nuestra atención en el paganismo antiguo. Muchos son los autores que coinciden en ver los orígenes de la Santa Compaña en algunas manifestaciones culturales de los ámbitos germánico y céltico. Para saber un poco más de las mismas vamos a continuación a explicar brevemente en qué consisten.
Cuando oímos hablar de la Santa Compaña siempre asociamos su aparición a Galicia, sin embargo son muchas otras regiones del ámbito céltico donde esta casuística es bien conocida. Sin irnos muy lejos, Asturias tiene su huestía, pudiendo aparecerse tanto por aire como por agua. Al igual que ocurrirá en otros territorios –como a continuación veremos- la huestía asturiana es conocida en algunas ocasiones como “las buenas gentes”, al estilo del pueblo sid en Irlanda.
Es precisamente en la mitología irlandesa donde encontramos algunos antecedentes de la actual procesión de muertos. El fenómeno del Fairy Host irlandés es conocido por ser una procesión sobrenatural que se desplaza por el aire. Entre sus componentes se encuentran espíritus del Otro Mundo, los cuales se comportan como seres humanos cuando se encuentran entre ellos. Estos seres están ligados a los Tuatha De Danan, una raza divina que habitó Irlanda en sus comienzos. La tradición y el folclore popular transformaron a estos dioses en seres féericos, los cuales habitaban escondidos. El fenómeno del Fairy Host, pues, será una manifestación esporádica y siempre se presentará como una procesión de seres volando por el aire. Padraic Colum, conocido folclorista del movimiento Celtic Revival, incluirá en su obra Anthology of English Verse un poema titulado Fairy Host. Y el texto comienza de la siguiente manera:
«Pure white the shields their arms upbear,with silver emblems rare o’ercast;Amid blue glittering blades they go,the horns they blow are loud of blast[2]».
También en otros países célticos encontramos la huella de la compaña. En Escocia existe una hueste de muertos de gran tamaño conocida como sluagh. Según Anne Ross, este fenómeno guarda una fuerte conexión entre la procesión de almas y el Fairy Host. Al igual que ocurría con este último, las apariciones vuelan y se deslizan por el aire, apareciendo en todas direcciones menos desde el Este.
Por último, encontramos en Gales una procesión más parecida a nuestra Compaña, conocida como el toili. El motivo de su aparición es la anunciación de una muerte y la componen elementos similares a los de la Santa Compaña del norte peninsular: luces brillantes, sonidos de campanas, pájaros negros, ladridos de perros y figuras espectrales.
«De l’armée de Wotan et de ses soldats,des porteurs des cordes et des roues,ces morts pendus au roué[3]»
La cacería salvaje, de Peter Nicolai Arbo, 1872. Fuente: Wikimedia Commons |
Esta manifestación estaba bastante extendida entre el paganismo pero igualmente sobrevivió al mismo, manteniéndose viva durante la Edad Media cristiana bajo nuevos parámetros. Para no extendernos en demasía e ilustrar este fenómeno en sus múltiples variantes, hemos elegido un ejemplo proveniente del ámbito germánico y otro del ámbito clásico. Lisón Tolosana, en su completa obra sobre La Santa Compaña, introduce ambos casos.
Pero, ¿qué entendemos como Caza salvaje? Es la aparición de una tropa espectral capitaneada por una figura, bien masculina o femenina, que cruza los oscuros cielos nocturnos; fundamentalmente en otoño e invierno y cuyas apariciones coinciden con fechas relacionadas con la fertilidad o los muertos.
En el ámbito germánico encontramos a antiguas deidades asociadas a la guerra o el Otro Mundo capitaneando a las hordas de espectros. Comenzando con Tîwaz, al que sustituirá Wotan y más tarde Odín. Este último tomará de Wotan el papel de guía, bien con o sin caballo, el cual capitanearía a los muertos por el aire. Pero esta compañía no aparecía sola pues iba acompañada por los ladridos de los perros y el sonido de los cuernos. Como también ocurrió en otros ámbitos del paganismo, tras la cristianización la figura de Odín como líder de la caza salvaje se diabolizó pasando a convertirse en una entidad negra que guiaba las almas de los muertos. Esta aparición puede anunciar tanto la muerte de algún individuo como un cambio de clima – asociado en cierta manera al fenómeno meteorológico de las tormentas –.
Hay que recordar que el tiempo en el paganismo no es lineal sino cíclico. Según Régis Boyer, el mundo de los muertos es susceptible de abrirse; por tanto, en la mentalidad germánica el muerto que regresa lo hace como genio tutelar - el cual, en cierta manera, sigue vivo -.
El otro ejemplo que hemos elegido nos viene dado por el paganismo clásico. Su diferencia principal con el anterior es que es una mujer quien guía la tropa, personificada en un principio en la diosa Diana y posteriormente en Herodías, la hija de Herodes. De esta casuística ya existían datos en el siglo X, pues el abad R. de Prüm lo recoge en sus escritos contra las acciones supersticiosas del vulgo. A diferencia de la hueste de Odín, a Diana le seguían mujeres pervertidas y engañadas por las supersticiones inventadas por Satán.
Estas mujeres, pues, obedecen a la llamada de la diosa pagana, quienes juntas avanzan surcando el aire. Como podemos deducir por el papel de esta diosa y por la presencia femenina, podemos hacer conexiones entre esta aparición y la fertilidad. De igual modo, el hecho de que las mujeres no acudan en sus plenas facultades sino engañadas y cegadas, indica la creciente misoginia entre el estamento clerical medieval.
Los muertos errantes medievales: La Mesnie Hellequín
Y una vez contextualizado el fenómeno de la caza salvaje en el ámbito pagano trataremos a continuación su evolución en la Edad Media y la concepción que en ella se tenía de la muerte y los aparecidos.
¿Cómo entendían los sabios de la época el fenómeno de las apariciones espectrales?
En primer lugar hay que tener en cuenta que con el Cristianismo la concepción de mundo cambia. El tiempo se torna lineal y el mundo sobrenatural se reestructura quedando de la siguiente manera: Paraíso – Mundo terrenal – Purgatorio – Infierno.
- Tertuliano (Padre de la Iglesia que vivió entre los siglos II-III) recogió la concepción que en el mundo antiguo se tenía sobre los muertos y los aparecidos. En su obra Del Alma apunta que estos eran demonios o muertos poseídos por alguna entidad diabólica. Para él todas las apariciones son ilusiones del Diablo, pues una aparición sin cuerpo no sería más que eso, una ilusión.
- San Agustín (Padre de la Iglesia que vivió entre los siglos III-IV) por su parte, afirmará que los aparecidos se manifestaban como reflejos y eran propios del plano onírico. Para él las pariciones toman el sentido de los mensajes divinos transmitidos por los ángeles a través de distintos medios, como por ejemplo los muertos: Los ángeles bueno transmitirán sueños buenos y los malos mensajes falaces y de pesadilla.
- Gregorio Magno (Padre de la Iglesia que vivió entre los siglos VI-VII) es un seguidor de las teorías agustinianas, a las que añadió la teoría de que los aparecidos se mostrarán allí donde vivieron y pecaron.
Una vez explicados los puntos de vista de algunas de las principales figuras eclesiásticas de la época sobre los aparecidos es necesario volver a “La Caza Salvaje”. Como bien se ha dicho en párrafos anteriores, esta manifestación evolucionó poco a poco bajo el velo del cristianismo, siendo La Mesnie Hellequin la aparición medieval más importante. Muchas son las versiones que existen de esta hueste, pues podemos encontrarla repartida en diversos sitios geográficos y con distintas denominaciones: La Caza de Arturo, La Caza del rey Herodes, La Caza del Rey Salomón, La Caza del Rey David, La Caza Maligna, La Caza del Diablo o Caza de Caín, La Tropa Infernal de Odín, etc. Una de las primeras apariciones de esta mesnada podemos encontrarlo en la Leyenda del Rey Herla, esencialmente germánica pero con tintes célticos. Es necesario apuntar que en la tradición indoeuropea, todo aquel que muera de forma prematura, por accidente, enfermedad, suicido, etc. está predispuesto a vagar eternamente.
Hellequín y el carro de los muertos |
Uno de los principales testimonios que nos han llegado pertenece a Ordéric Vital (1075-1142). En el libro VIII de su Historia Ecclesiástica recoge una visión de la mesnada de Hellequin en la región de Courcy en el año 1090. La horda que aparece en el testimonio de Ordéric Vital está formada por resucitados corpóreos vestidos de negro que hacen ruidos y rumorean. En una clara noche del 1 de enero, un joven párroco tiene una terrible visión al avistar a la Mesnie Hellequín. Ésta estaba compuesta por un vasto ejército de caminantes vestidos totalmente de negro. El primer grupo lo compone un ejército de espectros que, a pie, avanzan junto a bestias marcando el paso entre gemidos. A éstos les sigue una tropa de sepultureros, a los que acompaña un gigante, portando de dos a dos unas cincuenta camillas donde enanos con cabezas desmesuradamente enormes iban apoyados. El siguiente grupo lo formaban dos demonios negros que portaban un grueso tronco de árbol el que un pobre infeliz estaba siendo torturado. El joven párroco reconoció en él a un párroco que moriría poco tiempo después sin haber expiado sus crímenes. Seguidos de los demonios, una multitud de mujeres a caballo quienes gritan sus culpas a través del dolor carnal producido por la perforación de sus pechos a través de clavos y sillas de montar ardientes. De igual modo que reconoció a fieles en los grupos ya descritos, también entre las mujeres había alguna conocida por abortar. Siguiendo a las mujeres aparece un grupo de monjes y clérigos ataviados de negro, los cuales portan cruces, se lamentan y suplican. El último grupo lo compone un ejército de caballeros con armaduras y monturas negras que escupen fuego. Se alzan en caballos inmensos y portan todo tipo de armas y estandartes negros, entre los que también cree reconocer a nobles ya fallecidos.
En el siglo XIII, la Mesnie Hellequin se inscribe en el ciclo de castigo de la impiedad y nuevos miembros pasan a formar parte de sus filas: asesinos y sus víctimas, suicidas, niños no bautizados, adúlteros, gente que rompió el ayuno en Cuaresma u otro oficio religioso, etc. Esta visión es muy peligrosa puesto que su solo avistamiento puede hacer que el observador pase a formar parte del deambular de muertos.
¿Cuáles son los lugares y las fechas predilectas para la aparición de estas figuras?
Las fechas en las que se suele aparecer coinciden con una conjunción entre festividades en honor a la fertilidad o a los muertos. Algunos ejemplos son: Cuaresma, Viernes Santo, San Martín (11 de Noviembre), San Pedro (1 de Junio), Santa Walpurgis (1 de Mayo), Navidad y durante el ciclo de los 12 días, entre otras.
En cuanto a los lugares, es muy habitual encontrarla en los bosques y las encrucijadas, tema que trataremos a continuación con un poco más de profundidad.
El bosque y los muertos
«La muerte es contagiosa, por eso un cortejo fúnebre nunca debe atravesar un campo, ni siquiera baldío, y por eso a los mal muertos los llevan a tierras infértiles: se sabe que el rayo cae tres veces seguidas en la linde del campo o del bosque donde se ha enterrado a un suicida[4]»
Que el bosque aparece como escenario predilecto para las pesadillas es algo innegable. Los peligros intrínsecos en su fisionomía real ya lo convierten en un paisaje temible. Qué decir de él cuando las sombras cubren todos sus huecos y solo quedan a la vista los esqueletos de los árboles.
¿Por qué el bosque es tan proclive a albergar apariciones fantasmagóricas?
Este paisaje funciona en muchas culturas como punto de unión entre el mundo real y el sobrenatural, de igual modo tenía un importante papel en la religiosidad de las antiguas poblaciones convirtiéndole incluso en el hogar de la divinidad. El bosque, pues, posee una importante carga espiritual y un carácter sagrado. De igual modo es el perfecto paradigma de lo desconocido, resguardando en su seno a terribles bestias y criaturas; el bosque y su propia estructura favorecen la aparición fantasmagórica.
En cuanto a la caza no es de extrañar que esta visión, para muchos onírica, se desarrolle tanto dentro como al límite de las lindes de los bosque pues esta acción existía en el mundo real como una importante actividad económica y ociosa. La caza pues, bien sea de animales como de almas, no es extraña dentro de los bosques.
Como bien veremos en la segunda parte de esta serie temática, la Santa Compaña no elige únicamente el bosque para sus apariciones sino que puede deambular en el mundo civilizado para anunciar la muerte de algún vecino.
Como conclusión podemos decir que la Santa Compaña que actualmente conocemos está formada por una mezcolanza de influencias tanto paganas como cristianas que se adapta al territorio y a las estructuras mentales de la población que en ella cree. De ahí las numerosas variaciones que podemos encontrar a lo largo y ancho del mundo, desde la vieja Europa con la caza salvaje como a Canadá con su chasse galerie.
Sin más dilación terminamos aquí nuestro discurso sobre los antecedentes de la Santa Compaña en la mentalidad y el folklore, invitándoos a seguir conociendo más sobre su comportamiento y desarrollo en las creencias más contemporáneas a través del artículo que nuestra compañera Patricia Álvarez Casal ha colgado en su blog Galicia Meiga.
¡Os espero entre las hojas!
BIBLIOGRAFÍA
- ALBERRO, M.: “La Santa Compaña en el NO de la Península Ibérica y en otro países célticos como Irlanda, Escocia y Gales”, en Revista de Folklore, nº336, 2008. pp. 183-187.
- LECOUTEUX, C.: Fantasmas y aparecidos en la Edad Media. Palma de Mallorca: José J. de Olañeta, 1999.
- LECOUTEUX, C.; MARCQ, P.: Les sprits et les morts. Croyances médiévales. Paris: Librarie Honoré Champion, 1990.
- LISÓN TOLOSANA, C.: La Santa Compaña: fantasías reales. Realidades fantásticas (Antropología cultural de Galicia IV). Madrid: Akal, 1998.
- SCHMITT, J.C.: Les revenants: les vivants et les morts dans la société médiévale. Paris: Gallimard, 1994.
NOTAS
[1] STOCKER, B.: Drácula. Barcelona: Plaza&Janés, 2000. p. 18.
[2] Fragmento del poema “Fairy Host”, incluido en Anthology of English Verse (1922), de Padraic Colum. Traducido por Alfred Percival Graves. Fuente: http://www.bartleby.com/250/64.html
[3] Canto del siglo XV usado como protección contra la mesnada de Hellequín. Fragmento extraído de LECOUTEUX, C.; MARCQ, P.: Les sprits et les morts. Croyances médiévales. Paris: Librarie Honoré Champion, 1990. p. 97.
[4] LECOUTEUX, C.: Fantasmas y aparecidos en la Edad Media. Palma de Mallorca: José J. de Olañeta, 1999. p. 165.
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