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El Orco. Esta escultura es la más representativa del Parque de Bomarzo. Su boca abierta evoca la entrada al infierno. En su superficie está escrita la frase "El pensamiento vuela" |
La entrada que nos disponemos a desarrollar hoy abre una de las múltiples variantes en las que se desarrolla el bosque y donde, al mismo tiempo, sirve de inspiración: los jardines.
Que la
Naturaleza ha servido como fuente de inspiración del arte es algo innegable
pues es una temática que nunca dejará de representarse. La importancia de los
jardines la encontramos en la conjunción de piedra y naturaleza, unas veces
ordenada y otras veces salvaje. La apariencia de estos paisajes suele ser
amable por lo que se encuadra dentro de la tipología de un locus amoenus.
A partir del
Renacimiento la construcción de grandes jardines no respondía únicamente a una
necesidad, como podía pasar con los hortus
de los monasterios medievales, sino al engrandecimiento de la obra en sí. Estos
lugares comenzaron a adornarse basándose en la conjunción de flora, piedra,
agua y en ocasiones fauna y se configuraron como grandes espacios abiertos,
contrastando con los cerrados jardines medievales (del ámbito occidental, se
entiende). Estos jardines renacentistas podían representar funciones en el
conjunto de la obra, como es el caso que nos ocupa, pues El Parque de los
Monstruos de Bomarzo actúa como representante del bosque imaginado.
En general,
la idea de "bosque imaginado" en el Renacimiento es retomada desde la
perspectiva de la tradición clásica, recuperada y ensalzada. Una de las teorías
de la creación del jardín renacentista responde precisamente a este punto, pues
se recurre a la mitología y a las alegorías literarias para dotar a estos
espacios de ese carácter fantástico-literario[1].
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El dragón. Esta escultura representa el recuerdo perdurable y la imaginación creadora |
EL PARQUE DE
LOS MONSTRUOS DE BOMARZO
Conocido
por los nombres de Bosco sacro o Parco dei Monstri, estos
jardines forman parte del castillo de los Orsini en Bomarzo (Roma). La
localidad de Bomarzo se encuentra en el bajo valle del Tíber y el conjunto
aprovecha una ladera natural del montículo donde se sitúa el castillo para
expandirse.
La
idea de construir este jardín se atribuye a Pier Francesco de Orsini quien
ordenó la creación del parque tras la muerte de su esposa Giulia Farnese. La
figura destacada en su realización es el arquitecto Pirro Ligorio quien, junto
con su equipo y otros artistas, ordenó la disposición del parque. La
construcción del conjunto se llevó a cabo en dos fases, alargándose desde 1552
a 1589, donde predomina el estilo manierista.
La novedad de estos jardines se
encuentra en el estilo libre y desordenado que impera en cada uno de sus
rincones. Su diseño laberíntico ayuda a dar una apariencia de reino de lo
absurdo[2]. Si bien hemos apuntado
que la Naturaleza tiene una gran importancia en este conjunto es porque algunas
de sus piezas están esculpidas en la misma piedra autóctona:
"El
parque de Bomarzo se encuentra en un terreno irregular, de orografía surcada
por pequeños riachuelos y saltos de agua, y conformada geológicamente por una
piedra volcánica, peperino, cuya ubicación y morfología arbitraria fue
aprovechada para esculpir y levantar pequeñas arquitecturas de jardín dentro de
un bosque frondoso. El aprovechamiento de las piedras como material artístico,
se puede interpretar como un anhelo poético de colaboración con la naturaleza a
través de la imaginación[3]".
De
igual manera es novedoso en el sentido de que no posee la característica
ordenación de los elementos sino que se presenta como un espacio caótico, con
caminos curvos, líneas laberínticas[4], y esculturas
extravagantes. En definitiva, crea un espacio donde la maravilla campa
libremente y donde la sorpresa se esconde detrás de cada esquina. Como es de
imaginar, en su momento de estreno las esculturas brillarían con el más pulcro
color de la piedra pero con el paso de los años la vegetación ha hecho de ellas
su soporte predilecto. El musgo, junto al crecimiento de la vegetación
autóctona, ha convertido a los jardines de Bomarzo en una fantasía casi de
decadencia romántica.
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La Casa inclinada. Su significado de acerca a la representación metafórica del riesgo. |
Respecto
a las esculturas, no están elegidas al azar y cada una posee un simbolismo en
sí misma, convirtiendo el lugar en un jardín iniciático. Es importante destacar
que las esculturas van en ocasiones acompañadas por frases. El conjunto
escultórico está formado con figuras que van desde la mitología clásica,
animales, vegetales, criaturas fantásticas y grutas hasta un santuario. En la
entrada, cumpliendo su función de guardianas, se encuentran dos esfinges y
junto a ellas esta frase: “Chi non
prova stupore di fronte alle statue del parco di Bomarzo non potrà ammirare
nemmeno le Sette Meraviglie del Mondo”.
Las
esculturas de corte mitológico las componen dioses clásicos tales como Fauno,
Saturno, Ceres o Artemisa, esta última representada en una faceta maternal, con
varios pechos de los que brota agua. De igual manera están representadas la
lucha de gigantes, y la personificación de algunos elementos naturales como el
mar. También encontramos elementos naturales como animales o vegetales: un
elefante de gran altura con un castillo encima aplastando a un hombre (haciendo
referencia a las campañas de Aníbal), piñas gigantes o una tortuga gigantesca
en cuyo caparazón se apoya una vasija que es coronada por una joven victoria.
Como lugar donde impera la maravilla no podían faltar las criaturas fantásticas
como los unicornios, las sirenas de cola bífida, dragones, etc.
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La Tortuga con la Victoria alada y la orca con las fauces abiertas. Este conjunto escultórico representa un problema enfrentado a través de la prudencia. |
Para completar este paseo por los jardines de
Bomarzo tenemos que citar la famosa casa inclinada y el ogro o boca del
infierno, el cual cambia su facción dependiendo de cómo incida en él la luz
solar.
Como
conclusión podemos añadir que este complejo jardín evoca la naturaleza salvaje
y el inconsciente más desbordante en el contexto boscoso, volviendo a las
raíces del bosque como espacio sobrenatural donde todo puede ocurrir. Con todo
este significado y apariencia no es de extrañar que este lugar inspirara a
artistas cercanos a la escena del surrealismo como Max Ernst o Salvador Dalí.
¡OS ESPERO ENTRE LAS HOJAS!
- KLUCKERT, Ehrenfried, Grandes jardines
de Europa: desde la Antigüedad hasta nuestros días; editado por Rolf Toman.
Colonia, 2000. pp. 84-85.
- MARROQUÍN FUENTES, D.: “Los monstruos
petrificados de Bomarzo” en Revista EntreVerAndo,
enero, 2009. pp. 59-80. Disponible aquí.
- MARTÍN MARTÍN, F.: "Bomarzo: una
experiencia humanística y sensitiva" en Laboratorio de Arte, 23,
2011. pp. 65-77. Disponible aquí
[2] KLUCKERT,
Ehrenfried, Grandes jardines de Europa: desde la Antigüedad hasta nuestros
días; editado por Rolf Toman. Colonia, 2000. pp. 84-85.
[3] Fragmento
incluido en: Martín Martín, Fernando: "Bomarzo: una experiencia
humanística y sensitiva" en Laboratorio de Arte, 23, 2011. pp.
65-77.
[4] Para
saber más acudir al siguiente artículo sobre los
laberintos en los jardines manieristas y barrocos.
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